Caño, taquito y volea

Copa Sudamericana

Bochornoso final de la Sudamericana

San Pablo le ganaba justamente a Tigre por 2-0 la final de la Copa Sudamericana, pero en el descanso, los jugadores de Tigre denunciaron agresiones y amenazas en su vestuario por la seguridad privada del estadio y luego por la Policía brasileña. El técnico visitante Néstor Gorosito y sus jugadores se negaron a jugar la segunda mitad, por lo que el árbitro dio por concluido el partido y San Pablo se coronó campeón en una de las finales más bochornosas de la historia del fútbol.

Se vivía una fiesta en el Morumbí. Tigre podía hacer historia y San Pablo optaba a un título después de algunos años en blanco. Además, era la despedida de Lucas Moura, el protagonista de la noche. La torcida cantaba por él, en lo que sería su último partido como jugador del equipo brasileño. Y Lucas, gran jugador, quería el mejor adiós posible. El partido comenzó desnudando las intenciones de ambos conjuntos: San Pablo iría al ataque, en busca de un gol que le diese tranquilidad, y Tigre buscaría aguantar los primeros quince minutos para frenar el envión inicial de su rival y acomodarse al partido. Y así fue. Tigre aguantó, pero San Pablo siguió presionando en tres cuartos de cancha para no dejar salir al equipo argentino. El estado del terreno de juego, en deplorables condiciones por un concierto de la cantante Madonna la semana anterior, hacía que el encuentro fuese áspero, con entradas y faltas que rozaban el límite del reglamento, especialmente por parte de los visitantes, que necesitaban parar los ataques de su rival.

Después de mantener el cero en los primeros minutos, Tigre adelantó un poco las líneas para tomar protagonismo ofensivo, pero una jugada rápida de San Pablo abrió el marcador a los 22 minutos. Lucas Moura agarró una pelota perdida en el área, y tras irse en velocidad de dos rivales, definió cruzado. Nada pudo hacer Damián Albín, el portero del Matador, que acusó el golpe. Cinco minutos más tarde, Moura hizo una diagonal desde la derecha y, ante el repliegue de la defensa visitante, tiró un pase estupendo a Osvaldo, que definió brillantemente por encima del portero. El encuentro se decantó hacia el lado brasileño, que ganaba con justicia. Al filo del descanso, una serie de golpes fuertes por parte de los jugadores de ambos equipos (en especial entre Moura y Lucas Orban, lateral izquierdo de Tigre) elevó la temperatura del ambiente, que estalló cuando el árbitro pitó el final del primer tiempo. Se formó una gran tangana que tuvo como consecuencia la expulsión de Paulo Miranda, lateral derecho del San Pablo. Aquí, comenzó el gran escándalo.

Durante el descanso, Pipo Gorosito denunció que había jugadores de su equipo golpeados y que policías habían entrado al vestuario con armas de fuego, por lo que decidió que su conjunto no estaba en condiciones de salir a jugar el segundo tiempo. Mientras los jugadores de San Pablo salieron al campo para disputar la segunda mitad, el Jefe de Seguridad de Tigre, Rubén Pasquini (con un evidente golpe en la cara), contó que le habían “pegado” a jugadores como Martín Galmarini (el capitán del equipo), Gastón Díaz, Rubén Botta, Escobar y al ayudante de campo, Jorge Borrelli. Además, añadió que le habían puesto un “revólver en el pecho” al portero, Damián Albil.

Dadas estas terribles circunstancias, Tigre decidió no salir a disputar el segundo tiempo. Pasada media hora desde la negativa del equipo argentino, y en medio de una gran confusión, el árbitro Enrique Ossés, apoyado por la Conmebol, pitó el final del partido para alegría de los jugadores y de la hinchada de San Pablo, quienes festejaban el título conseguido. Más tarde, mientras el cuerpo técnico y el plantel de Tigre denunciaban a la prensa las agresiones y las amenazas sufridas, Rogerio Ceni, el capitán de San Pablo, le entregaba el brazalete a Lucas Moura, que levantaba el trofeo que le entregaban los dirigentes de la Conmebol. Para el San Pablo, la final era una fiesta, y terminó siendo una fiesta algo extraña, algo empañada por estos graves incidentes. Para Tigre, era la oportunidad de hacer historia, historia grande para un club chico. Sin embargo, terminó todo en un larga pesadilla. Y detrás de todo este escándalo, de esta lamentable imagen, de esta pobre organización, en el horizonte, Brasil 2014.


Tigre en busca de la historia

Historia. Esto es lo que puede lograr Tigre el miércoles contra San Pablo en el estadio Morumbí. Y de la grande. Tigre, fundando en 1902, disputa su segunda participación en un torneo continental. En 2009, en su primera participación en la Copa Sudamerica, fue eliminador en primera fase por San Lorenzo de Almagro. Ahora, en 2012, tiene la oportunidad de coronarse campeón de la edición 2012 frente al poderoso San Pablo de Brasil.

Subcampeón en tres oportunidades a lo largo de la historia, todas en los últimos años, Tigre logró salvarse del descenso en la última fecha del campeonato pasado. Salió segundo a sólo dos puntos del campeón, Arsenal de Sarandí. Su entrenador era Rodolfo el Vasco Arruabarrena, exjugador de Boca y del Villarreal, que presentó su renuncia al banco de suplente del Matador a finales de octubre de 2012, cuando perdió de local con Vélez. Jugadores como el Chino Luna, goleador del anterior certámen, o Román Martínez, ex jugador del Espanyol y del Tenerife, se marcharon a River y a Estudiantes, respectivamente, situación que debilitó al equipo. Tigre, consumadas once fecha del torneo, no había logrado ganar ni un solo partido. Su lugar lo ocupó Néstor Gorosito, ex técnico de River y del Xerez, entre otros. La dinámica del equipo no varió mucho: terminado el campeonato, y con dos partidos aplazados por jugar, el team del Pipo Gorosito terminará en las últimas posiciones de la tabla. Sin embargo, en la Copa Sudamericana llegó a la final tras eliminar a Argentinos Juniors, a Deportivo Quito, a Cerro Porteño y a Millonarios, al cual dejó afuera tras empatar 1-1 en el Campín de Bogotá y clasificarse por gol de visitante. Anteriormente, la ida había terminado 0-0.

La ida de la final se disputó en la Bombonera. El estadio de Tigre tiene un aforo menor del permitido por la Conmebol para disputar una final continental, por lo que el Matador tuvo que mudarse a La Boca. Habían sonado varias canchas para disputar la final, pero Juan Román Riquleme, ídolo xeneixe y seguidor de Tigre, deslizó la opción de jugar en la cancha de Boca. No se dudó. Toda la masa social del club se desplazó hasta el nuevo escenario, donde también estuvo presente Riquelme. Fue una fiesta para el club y para sus hinchas, que vieron como su equipo disputaba por primera vez una final sudamericana.

Fue 0-0, en un partido trabado, con pocas oportunidades de gol y con diez jugadores los dos equipos durante casi todo el encuentro por las tempranas expulsiones de Donatti y de Luis Fabiano, el experimentado 9 del San Pablo, que no podrá disputar la vuelta en el Morumbí. La vuelta se percibe fácil para la torcida brasileña, que cuenta entre sus filas con jugadores como Rogerio Ceni, el guardameta goleador, Ganso, traspasado desde el Santos, o Lucas Moura, fichaje millonario del PSG. Además, la historia se inclina claramente a favor de los locales, que tienen en su haber 21 Campeonatos Paulistas, tres Libertadores y tres Intercontinentales.

Tigre no tiene nada que perder. Ya ganó. Ya disfrutó. Pero esta oportunidad única, añadida a la presión que pueden tener los jugadores de San Pablo por jugar de local y por llevar cuatro años sin títulos puede jugar a favor del Matador, que buscará añadir a sus tres subcampeonatos locales un campeonato internacional que consagre las campañas que viene haciendo este humilde club en los últimos años. Historia. Y de la grande.